Los propietarios de esta cocina de 20 metros cuadrados querían reformarla para ganar estilo y comodidad. ¡Vaya cambio!
Para definir visualmente el área de la isla, se colocó un suelo de baldosas tipo hidráulico.
El horno, el microondas y la vinoteca se situaron en la misma columna, junto al frigorífico.
Al combinar almacenaje cerrado y abierto, la cocina se volvió más ligera y luminosa. Algo en lo que también influyeron los cerramientos de cristal.
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El antiguo balcón al que daba paso la cocina y que servía como una especie de trastero, se cerró para ubicar el office en este rincón, con un banco de obra que se revistió con azulejos geométricos, una mesa de corte industrial y sillas para todos.
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El antes y después nos ha dejado con la boca abierta, ¡y no es para menos!